El Trickle Up Innovation haciendo I+D de abajo a arriba

Hoy vamos a hablar sobre El Trickle Up Innovation haciendo I+D de abajo a arriba. Las multinacionales y las nuevas empresas pueden aprender grandes lecciones mediante la observación de las invenciones que se originan en los mercados emergentes, e implantarlas en los países desarrollados para hacer Business con éxito.

Bajo esta recomendación se alza el término Trickle up innovation, una expresión utilizada en economía para definir el flujo de riqueza que va de los países pobres, a los ricos. Readaptado al mundo de la innovación, este concepto se caracteriza por confiar en que si se fabrica algo dirigido a países en vías de desarrollo y allí funciona, irremediablemente funcionará en países del primer mundo.

C. K. Prahald, profesor de estrategia en la Universidad de Michigan Ross School of Business ha sido uno de los pioneros en teorizar y defender el Trickle Up. Prahald es conocido por su Best seller “Compitiendo por el futuro”, una mordaz crítica publicada en los 90 en la que exponía los grandes problemas de adaptación de las empresas a las nuevas realidades, y en la que afirmaba que el mundo cambiaba más rápido de lo
que sus estructuras les permitían percibir y reaccionar.

Prahald reafirmó que las empresas no deben competir por una cuota de mercado sino por una cuota de futuro (y ahí está la clave), es decir en aquellas capacidades que son valiosas para sus clientes; la cuota de futuro supuso toda una revolución en el mundo empresarial puesto que dio una vuelta de tuerca al concepto de ventaja competitiva de Michael Porter dotándolo de una mayor aplicabilidad.

Según recoge Prahald en su libro “The Fortune at the Bottom of the Pyramid: Eradicating Poverty Through Profits” la lógica dominante sostiene que la innovación viene de EE.UU., va a Europa y Japón, y a continuación, gravita a los países pobres.

Pero estamos empezando a observar ver una reversión de ese flujo. Con los años, las multinacionales (Microsoft o Nokia por ejemplo) están descubriendo que pueden aprovecharse de la orientación de las masas del primer mundo apostando por nuevos productos a bajo precio en países en vías de desarrollo y exportar esos modelos a occidente obteniendo grandes resultados.

Por poneros un ejemplo La compañía Danone creó yogures en Bangladesh para paliar el hambre de la región pero el producto no se podía refrigerar, así que decidieron crear una fábrica en Bangladesh (bastante más pequeña que una en Europa) en la que fabricaban yogures low-cost con cartón más barato. El producto funcionó tan bien que exportaron el producto a Europa con el nombre de eco-pack, producto que sin duda está arrasando.

Algo extraño ha sucedido en el camino a la globalización: la innovación comienza un recorrido de abajo a arriba, un trayecto que tal vez pueda convertirse en el camino hacia el futuro. Tal vez sea el momento de trasladar la I+D de una empresa de un país desarrollado a uno en vías de desarrollo para abaratar los productos, crear ideas más baratas, y en definitiva readaptarlas a un mundo desarrollado donde los consumidores buscan la eficiencia y el low cost en los productos que quieren adquirir.